Hoy echado del mundo de improviso y otra vez como ayer estimado
de uno y otro elemento natural,
nada menos que casi en los finales
cuando según parece que de fijo el curso de la vida es incambiable.
En verdad por su mente no pasó ni como conjetura ayer ni hoy,
que el remoto comienzo del vivir y estas postrimerías
palpitantes repartidos hubieran sido aquí en porciones de penas por igual.
Irremediablemente arrinconado sin compañía alguna deliciosa,
y tal un hongo en tan desierta isla mañana, tarde, noche fijamente,
en donde todo el aire, fuego y agua cómo le van volviendo las espaldas.
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