El dolor una música que se desvanece

El dolor – una música que se desvanece,
Un silencio que se puebla de malos sueños-.
Es lo único que sobrevive
Después de las llamas frías,
El error instalado en el mundo.
Llamo,
No sé qué se concentra y qué se esparce,
Qué erige una casa
Y qué se oculta en el baldío,
Apenas sé que aquella marca en la madera
Exuda una sustancia
Que gota sobre una hierba
Irremediablemente seca.
Y el aire y el agua se empobrecen,
Pierden altura y medida,
Un cuerpo y otro cuerpo ya no se ajustan,
Se retira lo vivido
Con su exceso de cálculo, de derivación,
De deuda.

Se conoce por la corteza, el rasguño
En la madera, la ola en la superficie:
¿hay hora, día, noche para ir más abajo?
En la orilla, limo
Acumulado tras el deseo.
Aves que beben sostenidas en un pie.
Fui hasta ese límite, desnudo y solo.
Pero no más allá,
¿hacia donde todo se repliega
Y se oye a sí mismo?
Te ilumino con una lámpara,
Te hago blanca cuando debería hacerte negra.
Y bebo del agua de la orilla,
Limitado, implume.

Si yo gritara, ¿alguien me escucharía
Del otro lado de la niebla?
Raro y ancho mundo de cópulas secretas
Y públicos crímenes, de sogas,
De tierras quemadas, de calles quemadas.
Si yo diese nombre a lo que veo,
¿despertarían los animales de sus sueños,
Cada sombra obtendría perfecta capa de dicha?
Se librará la noche de su destino
Y el día de su azar,
Está escrito.
Pero, ¿y esta escoria,
Esta tabla quebrada vacía de ley,
Este perfil oculto tras un deber inútil,
Un confuso existir, este pozo
Adonde van a dar amor y lenguaje?
Si yo enterrase mi vida en el lodo,
¿qué crecería?

¿Es traición el aire que se deposita en la sangre?
¿Es culpa el pez envuelto en papel de diario
Y el manojo de hierbas que el animal se lleva a la boca?
Ahora desde abajo
Fluye una música de opera que se oxida;
Ahora se enmohece un metal de deseo,
La luz pierde su ojo, el ojo su luz.
¿Quién tiene manos,
Muerde con sus propios dientes,
Se clava astillas para despertarse,
Graba el peso de su dolor
En el duro tendón de la noche?
¿Quién entiende al número, al agua,
Al resplandor entre las hojas,
Al hueco que sobrevine al amor, el amor
Y la carroña, a la sombra en el largo pasillo,
A cada ola que golpea,
A cada soplo sobre lo inmóvil?


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Poema El dolor una música que se desvanece - Carlos Barbarito