¡Ooooh! ¡Aaaayyy! En la noche. Todas las noches.
Deseo, quiero tirar todo. Romper todo. Vamos. ¡Valor! Me
Inundan, me acosan los papeles: cartas, catálogos de
exposiciones, revistas, periódicos…Me invaden. Mi cuarto no
Es ya más que el breve espacio de mi cama. Dentro de ella me
Defiendo. Mi barricada. Mi trinchera. Pero me cercan.
Avanzan
Milímetro a milímetro. No puedo más. ¡Afuera! No quiero
Ver más libros, más cartas. ¡Dejadme! Voy a gritar. Y grito. La
noche. Me responden los gatos del tejado. Subid. No sabrían
ayudarme a romper todo. (…)
Oigo la radio, las radios. Desde antes del amanecer. Tengo
Seca la voz. ¿Qué dicen? Sólo se habla de la muerte. ¿Y la
Vida? Sólo de la muerte. Matar. De proyectos de matar. Hay
Que matar. No hay nadie que no quiera matar. Las ondas están
llenas de cuchillos, de disparos, lluvia de bombas, explosiones.
De muerte de más proyectos de muerte. ¡Ah! Llévame de la
mano, tú, mi pequeño Rafael Alberti. Allí abajo está el mar. La
playa, la arena, de cuando no habia cartas, ni periódicos, ni
radio, ni catálogos de exposiciones ni tanta muerte, tanta
velocidad para hablar sólo de la muerte.