1. El Director
Cada nota encendía una herida de amores
Juan Ramón Jiménez
Este y el otro sonido le rozan el alma.
Implora a la melodía con sus ojos
Mientras trazan los dedos el dibujo.
Los violines tienden una cama de seda.
Encanta el aire de su rostro ido
El obóe meloso de otro planeta
La viola que vagabundea los recuerdos.
Conjura la flauta, el contrabajo, los vientos,
El rayo, una tormenta armoniosa
Que lastima mágicamente su cara.
Sus brazos navegan las olas de un lago
Con cisnes de un triste misterio.
Hay árboles lejos en la partitura
Que revive en el huracán musical de su cabeza,
Bosques susurran la lucha verde
De furiosos amantes,
El tímpano destila gotas de plata,
Más tarde recoge sonriente el paisaje dormido,
Y finalmente la calma.
¡Bravo! Lo aplaude el pueblo
Con mis manos sin guantes.