De la abrasada eclíptica que ignora
intrépido corrió las líneas de oro
mozo infeliz, a quien el verde coro
vió sol, rayo tembló, difunto llora.
Centellas, perlas no, vertió el aurora,
llamas el pez austral, bombas el toro,
etnas la nieve del Atlante moro,
la mar incendios y cenizas Flora.
Así me levanté, y a la presencia
llegué de un sol; así también me asombra
cayendo en noche eterna de su ausencia.
Así a los dos el Po Faetontes nombra,
pero muertos con esta diferencia,
que él quiso ser el sol y yo la sombra.
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