DE lejos, de muy lejos, te acercas. Fatigado
Te abates contra el muro de la edad
Que tú no has visto levantar, ausente
Donde la vida te plantó los sueños.
En el dique, tú solo, como el hijo
Del náufrago. Y las olas
Que acotan tus orillas de soledad final
Hacen camino el tiempo que aún transportas.
Son el ritmo del tiempo, la marea, el reflujo;
Es a ti mismo a quien esperan.
Te recuerdan, tenaces, como al enamorado
Que solo, en una noche, sintió el mundo
Hacerse viento y tiempo, sin remedio.
La muerte es un camino. ¿Será cielo
Este borroso entendimiento? ¿Acaso
Se hizo mar la memoria en que creciste
Y es Dios esa muralla en que te abates?