¿Cuál nunca osó mortal tan alto el vuelo
Subir, o quién venció más su destino,
Mi clara y nueva luz, mi sol divino,
Que das y aumentas nuevo rayo al cielo,
Cuanto el que pudo en este bajo suelo,
¡oh estrella amiga, oh hado peregrino!)
Los ojos contemplar que de contino
Engendran paz, quietud, guerra y recelo?
Bien lo sé yo, que Amor, viéndome puesto
Do no sube a mirar con mucha parte
Olmo, pino, ciprés, ni helado monte,
De sus ligeras alas diome presto
Dos plumas y me dijo. “Amigo,¡guarte
Del mal suceso de Ícaro o Fetonte!”