(A mis primos, que creen
Que hay que liberarse)
Como animal huérfano fui a comer el musgo de la soledad.
EL día quebraba sus contornos y al atravesarlos fui a caer de bruces.
Luego me despertó la risotada de los brujos. O fueron las raíces de la guerra en el país natal.
O el llanto prolongado del destierro.
Vi otras grandes ciudades. La moda es cosa seria: óyeme niña bien,
Bajo tu minifalda imaginé geometrías de amor. En la sombra reproduje tu cuerpo.
Pero qué te importaba si a mí me duele más el mundo.
O meditaba: somos la vieja historia de la esperanza: superpoblada está la oscuridad.
Por eso nacen en descontrol más y más y los niños etcétera, etcétera.
No encontré la palabra mágica. Pero sigo creyendo que hay que matar al miedo.
Pues bien vale la pena ser equilibrista de la cólera aunque detrás del salto esté la muerte.