Contracanto a mi cuerpo

Así soy yo: desde el temblor de la piel asta la trompa de Eustaquio: incógnito al cuadrado y sin remedio.
A veces mi clavícula sale por el dolor izquierdo y no me importa más llamarme loco.
Tengo muchos pies para el misterio. Bajo el ombligo casi siempre me está llevando el diablo.
Quisiera más fémures para huir del hastío;
Menos pulmones hasta no inhalar el discurso de los dictadores ni contestar las buenas noches
Porque esta época huele mal.
Estudio la resistencia del hígado en las rondas alegres.
Pero sobreabundo de bilis ante las viejas que se pintan los pómulos.
Creo en su majestad la caja craneal.
Maldigo mis costillas por dejarse golpear como marimba humilde
Sin embargo no me asusta el ácido úrico que arroja la clase dominante.
Respondo con el tambor del tórax: mis glóbulos rojos no temen al tarso-metatarso de las bestias.
Son mis ojos un barco de emociones.
Por el duodeno me gustaría expulsar esta angustia y quedarme espermatozoo no más, para el amor.
Con mi nariz sé dónde le pica al mundo. Y haría buenos versos para ensartarlos como columna vertebral.
De noche me baja hasta el ombligo un grito de rebeldía ante la muerte.
Y pongo a remojar mi corazón en la incertidumbre de la madrugada siguiente.
Alargo los brazos para tocar el ángel de los niños pobres.
Y, finalmente, mis nervios de guitarra están enfermos.


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Poema Contracanto a mi cuerpo - Luis Melgar Brizuela