Como el triste que a muerte 3stá juzgado,
y desto es sabidor de cierta sciencia,
y la traga y la toma en paciencia,
poniéndos’al morir determinado;
tras esto dízenle que’s perdonado,
y’stando así se halla en su presencia
el fuerte secutor de la sentencia
con ánimo y cuchillo aparejado:
así yo, condenado a mi tormento,
de tenelle tragado no me duelo,
pero, después, si el falso pensamiento
me da seguridad, d’algún consuelo,
bolviendo el mal, mi triste sentimiento
queda embuelto en su sangre por el suelo.