Cierta vez, una mujer vino

Cierta vez, una mujer vino
Y empecé a empezarme
Rabioso gustoso de mujer
Mujereándose en mí.
El camino fue largo,
Largos pasos de saliva, sal,
Orines estallando en tinas compartidas,
Gritos de turbiedad saciada.
Tanto nervio despuntando noches,
Vino derramándose en los vientres
Y más abajo.
El recorrido de lenguas debiera serse
La principal materia de la poesía lírica.
Tanta piel caminada, dolor de piernas.
Tanto explosionarse,
Hacerse costras dulces.


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Poema Cierta vez, una mujer vino - Alan Mills