Esta lúgubre manía de vivir
Esta recóndita Humor Ada de vivir
Te arrastra alejandra no lo niegues
Alejandra Pizarnik
Por esta vez el pájaro se ha vuelto jaula,
Se ha volado las sienes palpitantes y se ha ido donde el aire castiga su ser.
Este pájaro llora, no sabe cómo hacer música con las alas convertidas en hierro de prisiones,
No sabe, llora, sobre la tierra deja caer el miedo incandescente,
Envaina tormentas que baten contra el oleaje de su pecho,
Redobla minúsculas campanas mientras echa cerrojos a las puertas a la sangre a las ventanas múltiples y estáticas.
Cada jaula es un pájaro que llora, soledad con alas, resonancia de metales y tristezas de jueves santos,
Diana de los fuegos de la sed y el fulgor.
Señor, escucha, esta mujer es una jaula y la jaula es un pájaro
Y ese pájaro no sabe qué hacer con el miedo cuando una sombra pasea sus perros,
Y los perros comienzan a ladrarle al cielo a la tierra y el pájaro que llora se va
Se queda como quien se va alguna vez, afila los huesos con la lengua,
Trasmuta en hierro los gemidos, duro hierro de prisiones, máquina silenciosa de los puertos,
Hierro sobre el canto, en las alas del pájaro llorador,
Vestido con el resto de los fuegos del alba cuando se lleva la pólvora contra las sienes palpitantes
Con las manos trémulas, yéndose como si no se fuera alguna vez quedándose de espaldas a los cielos,
Caído sobre la tierra tibia con los peces de la sangre saltando en las costas violáceas,
Sin escucharme cuando grito Alejandra Alejandra.