Cedemos al vientre para que nazca la vida.
Diez mil dólares exactos: contrato a nueve meses,
Óvulo y espermatozoide, sin amor o soplo celestial,
Darán su fruto acostumbrado.
Nada detiene el deseo del dinero. Ni la calma
Que sobreviene al parto por este hijo no deseado,
Ni el latido del cuerpo ajeno que ya nunca veremos,
Ni el hilo umbilical que alguien tirará, sin ternura,
En la aséptica perfección del hospital.
El mundo es una madre de alquiler. El universo
Es un infierno celestial, como el cuerpo que ofrecemos
Para hacer felices a otros, que ni siquiera amamos.
El amor no existe. La oscuridad del lenguaje del cuerpo
No nos compete. Somos las madres de alquiler:
Diez mil dólares exactos. Un contrato: óvalo
Y espermatozoide, en exacta conjunción,
Desatan sus luces en lo profundo del vientre.
La humanidad avanza, a tientas
Sobre la oscura caverna del dinero
Y con toda la vacuidad del universo en este oficio
De alquilar el cuerpo y liquidar al alma.
Y, sin embargo: EN DIOS CONFIAMOS.