AQUEL hombre experto en sus barbas regulares
Era tan dueño de sus ojos
Como la cortesía del humo
Ligero como en una caricia primordial olvidaba
Su último vocablo
Apoyado en la música requería su ascenso
Y el mérito de la lejanía acontecía en vano
Delicia de esperar de rodillas
En el principio de cada color
Y de ahuecar la frente para los pájaros hambrientos
Lenta delicia viaducto delicado entre dos suspiros
Con un poco de miel para las abejas jubiladas
Más allá del niño que sostiene sus ojos
Con densidad de papel verde aun dentro del otoño
Aquel hombre experto amanecía de garganta
Obteniendo la melodía
De dos pájaros al cruzarse
Sobre esa hora que endurece las palabras
El traía en la yema de sus dedos
Cinco llamas de mártir sobre todo
En los guantes enanos que traen la gloria de las estrellas
En los vientos que pasan
Sin rozar su caída de ojos