Tengo el alma encendida de tus últimos besos,
De las hondas caricias que forjaron mi anoche.
La luna sabe que ando vestido de guerrero
Para ponerle un cerco de piel a tu horizonte.
Me obsesiona el instante de tenerte a mi lado,
De soñarte en el sueño, de soñarte despierto.
Por ti se multiplican mis ojos y mis manos
Cada vez que decides refugiarte en mi pecho.
Me tienes hecho brasa y al juego de tu antojo
Me prendes con un roce, me vuelves llamarada
Y soy como una huerta que florece en otoño
O el niño que descubre su primera palabra.
Mírame enloquecido de andar tras de tu sombra.
Soy como un alma en pena que encuentra su descanso
Tapiando las ventanas que dan hacia la aurora
Para evitar que el día despida nuestro abrazo.
Ven, ven. Cerremos todo; las puertas, las salidas,
A cal y canto espanta la luz de las ventanas.
Que nada nos recuerde la noche que termina
Para que nunca vea mi amor, interrumpida,
Mi fiebre de tenerte desnuda antes del alba.