Esa fracción de vida que he perdido por ignorancia o negligencia, ¿podía
haber supuesto la felicidad? Y ese libro en rigor nunca leído, ¿qué me ha
negado? Derivan las sospechas hacia el turbio confín de la ensenada y
busco el rumbo aquel tan libertario donde cada respuesta irradia un nuevo
cerco de preguntas. Taciturna gestión de las balizas que me avisan ya
tarde del peligro: sólo podrá escapar quien logre ir acogiéndose a una
platónica ignorancia. Al borde de la cala, por la mar de Deyà, brota la
flor versátil de la anfetamina. Qué palabra inhumana la palabra certeza:
lo que aún desconozco constituye el único argumento de esta historia.
Amaina la resaca igual que la demencia mientras inútilmente me rehúye el
falso instigador de la sabiduría tratando de impedir que lo desenmascare.
Mi oficio es esta forma de imponerle al recuerdo una distinta ambigüedad,
este soberbio modo de hacer más seductora una experiencia que habrá quien
considere deleznable: cuanto aquí dejo escrito legitima eso otro que nunca
escribiré.