(“Quien a las llamas del amor no muere”)
Es el amor en todas las edades
Del ser que valeroso lo frecuenta,
Una oscura semilla que fermenta
En etapas de calma y tempestades.
Más dado a lo irreal que a realidades
Del suelo material donde se asienta,
Va como oveja dulce que apacienta
En prados de celestes claridades.
Arquitecto del cielo que idealiza:
Arde desde la lava a la ceniza
De sus propios volcanes desatados.
Hasta que por el fuego que lo inflama,
Es consumido por la misma llama,
“en soledad de dos acompañados”.