Altrove

A un amigo, que me recuerda a mí

¿De qué te sirve, dime, coleccionar milagros
y nombres de mujeres, de lugares e idiomas
distintos, para hacer y nombrar siempre lo mismo?

¿De qué te sirve, ave infeliz, saber
renacer cada vez de las cenizas
de los incendios que provocas y huyes?

¿Adónde quieres, dime, ir a parar?
¿O lo que quieres es precisamente
no parar y seguir prometiéndole al aire
lo que esperas de ti, lo que más temes?

No te hablo como amigo de la última
mariposa para tu colección,
ni como amigo tuyo, sino sólo
como alguien como tú, como un hermano
mayor en años, en cuidado, en daños,
que ve en ti un vicio del que yo soy voz,
una huida febril disfrazada de búsqueda,
una sed que no sabe adónde va.

Buscas aguas que no podrán saciarte,
y te miras en ellas, no las ves, dejas irse
lo que llamaste a ti, lo que inventaste
para no ver lo que no quieres ver,
sino el fatuo deseo de verte deseado
en quien desees, de nunca acabar
tu colección de espejos incendiados.

Yo conozco muy bien el placer de perderse,
de no querer saber lo que se quiere,
la sed de allí, de no parar, las ganas
de cambiar, de tener más de una vida,
de soñarse, de huir, de no saber
que un hombre es lo que es, no lo que dice,
lo que no hará jamás, lo que no dice.


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Poema Altrove - Juan Vicente Piqueras