¿No me quieres?
y de diestra a siniestra
con engaño respondí.
Nuestras ropas caídas
no sabían de géneros,
las manos que me acarician
y los labios que me besan
¡qué género ha de tener,
qué tiempo!
Si teniéndola en mis manos
cierro los ojos,
qué género ha de tener.