Pasas trotando como si huyeras
y se diría
que antros de vicio buscando fueras
con las pupilas ardiendo al día
entre la sombra de las ojeras…
Tu cuerpo trémulo se arrebuja
con turbadores gestos de vicio,
y vas furtiva como una bruja
bajo las iras del Santo Oficio.
Bajo el arco de los tacones
de tus empinados chapines,
corren los ríos de ilusiones
de tus amantes malandrines.
Cubres tu frente con el mantón
y macerada por el pecado
a las campanas de la oración
tiemblas; el cierzo te ha flagelado
con anatemas de Inquisición…
La brasa de los besos
chirría en tu saliva
y las ojeras de los excesos
orlan tu carne de siempreviva.
De adobos brujos tus carnes untas
y en fiel consorcio con tu lesbiana,
sobre una escoba las piernas juntas
vuelas a un sábbat de mariguana…
En tus ojos alucinados
por espejismos de vicio,
queman los siete pecados
raros fuegos de artificio.
En tu regazo tienes al diablo,
bajo tus faldas arde la hoguera;
hace tres siglos tu sino fuera,
letra y efigie de algún retablo,
morir quemada por hechicera.
Cuando al toque de oración
flotando en negro mantón
en la penumbra apareces
y tus miradas destellas
un murciélago pareces
clavado con dos estrellas.