¡Y pensar que la piedra nunca muere!
¡Y pensar que el camino que nos lleva
No muere nunca, ¡no! Pero nosotros,
Nosotros somos casi como hiedra,
Como hiedra fugaz que escala un muro
Y al llegar a lo alto, ya está seca.
Nos alumbra la vida. Poco a poco
Nos sabe todo a lágrima y a tierra.
Si el andar nos fatiga, no cedemos
Aunque nos abra el mundo alguna puerta.
Maldecimos la sed, y no bebemos;
Desdeñamos las fuentes de agua fresca.
Ignoramos el río, pero el alma
Se nos queda bebiendo en la ribera.
Buscamos techo en nuestra propia carne
Porque es la soledad la que consuela
Nuestro llanto marchito de esperanzas,
Nuestra cosecha absurda de horas muertas.
Y el alma se nos abre al horizonte
Cansada de soñar que ya no sueña.
¡Y pensar que la piedra nunca muere!
¡Y pensar que el camino es siempre ausencia!