Tú solo el arte adivinar supiste
Que los afectos acalora y calma:
Tú la virtud robustecer del alma,
Que al oro, al hierro, a la opresión resiste.
Inimitable actor, que mereciste
Entre los tuyos la primera palma,
Y amigo, alumno, y émulo de Talma,
La admiración del mundo dividiste.
¿A quién dejaste sucesor muriendo?
¿De quién ha de esperar igual decoro
La escena, que te pierde, y abandonas?
Así dijo Melpóneme, y vertiendo
Lágrimas, en la tumba de Isidoro
Cetros depone y púrpura y coronas.