Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.
Habré yo muerto y seguiré cantando.
Ha de sonar mi voz de vida, cuando
La muerte en celo me haya descubierto.
Como surgidas del sepulcro abierto,
Mis palabras; en ellas, abrasando,
Irá este amor, hoy pasajero y blando;
Entonces ya, definitivo y cierto.
Y nosotros, ya entonces, ni siquiera
Huesos ni polvo ni recuerdo, juntos
Estaremos. Es triste nuestra vida.
Sólo mi voz hará la primavera
Que quisimos; los cálices difuntos
Que arderán con tu nombre y su medida.