Yo me estaba reposando,
durmiendo, como solía,
recordé, triste, llorando
con gran pena que sentía.
Levantéme, muy sin tiento,
de la cama en que dormía,
cercado de pensamiento,
que valer no me podía.
Mi passión era tan fuerte
que de mí yo no sabía,
comigo estava la muerte
por tenerme compañía.
Lo que más me fatigava
no era porque muría,
mas era porque dexava
de servir a quien servía.
Servía yo una señora
que más que a mí la quería
y ella fue la causadora
de mi mal sin mejoría.
La medianoche passada,
ya que era cerca del día,
salíme de mi posada
por ver si descansaría.
Fuy para donde morava
aquella que más quería
por quien yo triste penava,
mas ella no parecía.
Andando todo turbado
con las ansias que tenía,
vi venir a mi cuydado
dando bozes, y dezía:
“Si dormís, linda señora,
recordad, por cortesía,
pues que fuestes causadora
de la desventura mía.
Remediad mi gran tristura,
satisfazed mi porfía,
porque si falta ventura
del todo me perderla.”
Y con mis ojos llorosos
un triste llanto hazía
con sospiros congoxosos
y nadie no parecía.
En estas cuytas estando,
como vi que esclarecía,
a mi casa, sospirando,
me volví, sin alegría.