Paseo por la tierra
que soy y que me tiene y deja en mí sus huellas.
La tierra de las calles de una aldea
donde siempre es entonces.
La tierra dactilar y numerosa.
La tierra madre antigua cuyo don
nunca se acaba. Piso su milagro.
Paseo por la tierra que hasta ayer
dio de comer a mis antepasados,
dio que pensar, hablar, soñar, sufrir
a los hombres que fui antes de nacer,
a los hombres que soy por la sencilla
razón de amor de haber nacido aquí.
Paseo por la tierra que no sabe
que se llama majuelo, rambla, monte,
era, barranco, huerto, pozo, plaza.
Y será allozo, aliaga, sepultura.
Paseo por la tierra y el otoño
que soy. Hay en mí voces
de gente que no hay. Dejo mis huellas
sobre las hojas secas y rojas como ascuas.
Y de repente el viento arrecia y se las lleva:
las hojas y las huellas,
las voces y las brasas.
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