Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
Hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
A la luz de luciérnagas y de áureos escarabajos
Y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
Los gnomos, que se visten con trajes escarlata
Y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
Que usan zapatitos con hebillas de plata
Sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.
Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
Ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo
Con muros almenados en oro y amarillo,
Hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).