Tenía el valladar de la voz hecha ritmo.
Tenía el verbo innato, burlador de las aulas.
Academia de tinta y de papel…
Pero algo me faltaba.
Tenía lo sensible como un escudo roto.
Tenía sobre el techo batallones de lágrimas.
Mi corazón era una esponja…
Pero algo me faltaba.
Tenía el respetable saludo del vecino.
Tenía pan y casa.
Muchedumbres de sueños perforaban mis noches…
Pero algo me faltaba.
Tenía en mi solfeo dos notas musicales.
Tenía el predominio de mi nombre y mi raza.
Doble siembra de sangre. Dos frutos en mi árbol…
Pero algo me faltaba.
Así, con mi destino encorbatado,
Nudo de una modesta aristocracia,
Esclavo de pigmeas libertades,
Supe que algo faltaba.
Y en un pequeño parque, junto a un río,
-el río es un tenor vestido de agua-,
En una espera esdrújula,
Esperándote, esperándote, Magda,
Entraste en el pupitre de mi vida
Como una alumna convertida en lanza.
Y los dos nos graduamos. Fue un examen
De una sola palabra:
Amor.
Amor en tu diploma y amor en mi reválida.