Sylvia plath

(McLean Hospital, 1953)

Puedo sentir el mar, o un fondo de campanas.

El ruido de gaviotas me reconforta, alivia

Mis ataques. De vez en cuando una enfermera

Ajusta la almohada o despliega las sábanas

Hasta que siento un peso en mi barbilla

Y no hay frío. Los gritos que escucho en la distancia

Son eco y droga. Me visitan madres, parientes,

Pero me canso pronto y ellos dudan. Los días

Sisean como ancianas y un instinto de sol

Agita las cortinas: es agrio como el alma,

Y desmedido, y turbio. Hay una hoja al pairo

En mis venas, y cada noche se abre camino

Hasta el nudo preciso de mi piel. Y si atiendo

Siento el rumor del agua y de una quilla

Partiendo el espinazo de la lengua.


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Poema Sylvia plath - Jordi Doce