Su modo de vivir en la vejez

Deseáis, señor Sarmiento,
Saber en estos mis años,
Sujetos a tantos daños,
Cómo me porto y sustento.

Yo os lo diré en brevedad,
Porque la historia es bien breve,
Y el daros gusto se os debe
Con toda puntualidad.

Salido el sol por oriente
De rayos acompañado,
Me dan un huevo pasado
Por agua, blando y caliente.

Con dos tragos del que suelo
Llamar yo néctar divino,
Y a quién otros llaman vino
Porque nos vino del cielo.

Cuando el luminoso vaso
Toca en la meridional,
Distando por un igual
Del Oriente y del ocaso,

Me dan asada y cocida
Una gruesa y gentil ave,
Con tres veces del suave
Licor que alarga la vida.

Después que cayendo, viene
A dar en el mar Hesperio,
Desamparado el imperio
Que en este horizonte tiene;

Me suelen dar a comer
Tostadas en vino mulso,
Que el enflaquecido pulso
Restituyen a su ser.

Luego me cierran la puerta,
Yo me entrego al dulce sueño,
Dormido soy de otro dueño;
No sé de mi nueva cierta.

Hasta que, habiendo sol nuevo
Me cuentan cómo he dormido:
Y así de nuevo les pido
Que me den néctar y huevo.

Ser vieja la casa es esto:
Veo que se va cayendo,
Voile puntales poniendo
Porque no caiga tan presto.

Más todo es vano artificio;
Presto me dicen mis males
Que han de faltar los puntales
Y allanarse el edificio.


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Poema Su modo de vivir en la vejez - Baltasar del Alcázar