Oh, maligna que leíste a Neruda y lo leíste bien, muy bien,
maligna. El verso en esta piedra lo consigna: que lo leíste bien no
tengo duda y la pena que tengo está desnuda, lo digo porque mi
alma se resigna (un monje que en maitines se persigna antes de
orar una oración a Buda). Sólo sé que no sé lo que sabía o lo
olvidé tal vez un día de agosto. Ay, Maligna, lo digo en ardentía:
dejarte de tener es alto costo (dejar de compartir esa alegría).
Maligna, has vuelto mi camino angosto.