A un niño, a un solo niño que iba para piedra nocturna,
Para ángel indiferente de una escala sin cielo…
Rafael Alberti
Hubo ángeles con niñez confinada que renegarían
De los cantos obligatorios y de las encapuchadas calumnias
Causantes de su llanto en s-alas deformes y amarillas
Y una mano con cinco manos afiladas hubo
Que rayaba el otro lado de los vidrios
Implícitos en tules que a los barcosonánbulos ceñían
Entre los puertos de sagitario los ángeles
Contemplaban la serpentina del sol cuando
Lenta nadaba en absortos atardeceres
Y le mandaban recados a la brisa
Que ternurarriba los crió con privaciones de luz y
Alimentos aunque cielo y aire a ellos
Les pertenecieran si los sables
No apoderaran – desbordantes el azufre de sus prepotencias
El alquitrán de sus pupilas – los manantiales
Y las ruedas de los días
Subidos en globos de gasesambulantes los ángeles
Parcialmente subsanaban la dimensión sorda
De su destemplanza salían
Por aéreas languideces portando un periscopio ciego
Una esponja y la canción
Quizás el resplandor del maíz adormeció los paseos
En busca del animal enérgico cardinal
Antídoto a la desidiacorazada
Que les habían forjado en la fragilidad muscular
Pero aquel ángel el pequeño
Que aullaba inasistencias arrastrándose
Sobre las rojas lagunas de las batallas el niño
Al que robaron los años para crecer al que
Salvajemente su castidad graparon contra el esperpento
De la masacre aquél
Fue primero en esculpir un NO
Ante los robustos portones de hierro
(ni resplandores ni barcos ni serpentinas hubo
Donde camuflar el cuerpecito destrozado
Y el ejemplo)
Entonces renegarían de s-alas amarillas
De sables encapuchados que cantaban
Al dolorobligatorio de una escala sin cielo
Y una mano con cinco muñones lloraría
En el otro lado de los vidrios