Esta alegría llena las horas de mi vida,
Deseca mis antiguos resabios de tristeza
Y es una rama verde de esperanza florida
Que me cubre de rosas cuando el año bosteza.
Y hace que yo no mire la marcha cotidiana
Como un naufragio amargo, sino como un camino
En el que a cada paso se me abre otra ventana
Que mira hacia el misterio perpetuo: lo divino.
Y así, a nada le temo, ya que cualquier congoja
Que pasa por mi puerta, es sólo pasajera;
Si muere una esperanza me renace otra hoja
Porque en mi huerto toda la vida es primavera.
Y es que nada me importa tanto como las cosas
Que hacen crecer por dentro, que hacen ganar altura,
Porque no me conformo con prácticas piadosas
Ni reniego del surco cuando la tierra es dura.
Porque soy peregrino y me inclino hacia adentro
Pues lo que soy por fuera, mi cuerpo, mi equipaje,
Dura tan sólo el tiempo de realizar mi encuentro,
El plazo concedido para cumplir mi viaje.
Por eso llevo puesto mi traje de alegrías,
Porque sé que no acabo donde empieza mi muerte
Y que si hoy peregrino con las manos vacías
Como a quien no le importan sun horas ni sus días,
Es porque mi riqueza vendrá cuando despierte.