Romance de los temores del Abencerraje esperando la carta de Jarifa y la llegada
Del mensajero con la misiva de amor
El postrero Abencerraje
Que Abindarráez se llamaba,
Teniendo por el rey Chico
La alcaidía de Cartama,
Ninguna noche duerme
Ni de día sosegaba
Viéndose tan apartado
Del contento de su alma,
Porque su amada Jarifa
Allá en Coín, donde estaba,
Témese que no le olvide,
Siendo de otro festejada;
Que aunque estaba bien fiado,
Siempre teme su mudanza,
Porque mudanza en mujer
Es cosa muy ordinaria,
Cuantimás que en larga ausencia
Ninguna paciencia abasta.
Y con este pensamiento
Grandes congojas pasaba,
Mas todo es bien empleado.
Pues tan bien se le pasaba,
Que estando el Abencerraje
Asomado a una ventana,
Mirando hacia aquella parte
Donde su señora estaba,
Que este era el mayor regalo
Que para su mal hallaba,
Diciendo: “¡Dichosa tierra,
Pues que deseo alabada,
Que tienes la flor del mundo,
Y la más hermosa dama
De todas cuantas han sido
Ni serán según su fama!”;
Vio venir un escudero
Que a gran priesa caminaba,
Con una carta en la mano,
Y hacia él enderezaba.
El moro cuando le vido
Su corazón se alteraba,
Porque no sabe quién fuese
Ni para qué le buscaba,
Y en llegando el escudero
De rodillas se hincaba,
Y la carta que traía
En su mano se le daba;
Y aunque no vio sobre escripto
No quiso preguntar nada,
Mas en habiéndola abierto
La color se le mudaba,
Porque vio en la cortesía
Que era letra de su dama,
Que a dar fin a sus amores
Le envía a decir que vaya.