QUISIERA hablaros aunque sin fe
De un aire de misterio que transpira pistolas
Vacío ya de su mito transparente en la música
Por sus vagas ojeras destempladas
En mi voz es octubre un testamento de jardinero
Vianda antigua entre dientes de atardecer
Motor confortable aunque cubierto de nubes
Dos o tres guarismos más altas que el miedo
Es el soldado vestido de prisa y abrazado a su destino
Disparando fantasmas contra el templo que le nace entre los párpados
Convendría hablar de esto
En un azul más dispuesto
La muerte es casi un clima
Tolerante pero acaso algo caro
Y no basta el viento lúgubre que resuena en los pechos comprometidos
A hinchar densos búhos de niebla a orillas de nuestra plática
Ni tampoco el testamento del jardinero
Porque la noche crece con el viento
Movido a leyenda por la cólera de Aquiles
Y un templo es un buque fantasma bogando en extraños círculos.
Sin costas como lluvia olvidada del relevo
Al atardecer las olas prometen
Una tregua a tientas por la niebla
Donde nuestro silencio solitario
Dejó sus búhos despiertos
Es la hora de galopar decididamente
Del mar se pasa bien a la filosofía
Un poco más y ya el paraíso perdido
Qué es una pistola en medio de la música
Qué este verso sin concluir llenando
El ámbito de saltos de sapo perdido entre bellas palabras