-¿Quién te traxo, Criador,
por esta montaña escura?
-¡Ay, que tú, mi criatura!
-¿Cómo vienes lastimado,
maltratado de tal suerte?
¿Quién te sentenció a la muerte
siendo justo, sin pecado?
Aviendo, Señor, crïado
a toda humana natura,
¿vienes a tal desventura?
– Acordé de te crïar
por ver tu merecimiento,
quebraste mi mandamiento,
no lo supiste guardar,
por do vengo yo a pagar
tu pecado y tu locura,
pues te hize a mi figura.
-¿No pudieras, Rey del cielo,
pues eres tan poderoso,
reynar en gloria y reposo
sin venir aqueste suelo
a sufrir tal desconsuelo,
tal dolor y tal tristura,
tal pena tan sin mesura?
– Por cumplir las profecías
que de mí profetizaron
los profetas que cantaron
la venida del Mexías.
Pues se cumplen ya los días
para cumplir la escritura,
búsquenme la sepultura.
-¡O Poderoso Poder,
nuestra verdadera luz,
que en el árbol de la Cruz
has venido a padecer,
por venir a guarecer
con tu sangre santa y pura
la lavor de tu hechura!
Fin
– En árbor vine a penar
por levantar tu caýda,
que a do se perdió la vida
allí se deve buscar.
Por purgar el resalgar
que comiste por dulçura,
he por dulce mi amargura.