ProfecÍa de nahun

¡Ay! ciudad delincuente
Llena toda de estrago y de mentira,
Que con ímpetu ardiente
Caerá sobre tu frente
La justicia de Dios brotando en ira!

¡Ay Nínive! que luego
El eco sonará del rudo azote
Sin piedad a tu ruego,
Y el carro oirás de fuego
Y del fiero corcel, relincho y trote.

Espada reluciente
Y lanza te herirá de viva lumbre,
Y con sangre caliente
Salpicará tu frente
De tus muertos la inmensa muchedumbre.

¡Mísera tribu impía
Que olvidaste tu fe! no eres por cierto
Mejor que Alejandría,
La que su rico puerto
En la margen baño del mar incierto.

Más pecó, y sin ventura
En el negro pecado adormecida,
Marchitó su hermosura
En la impiedad hundida
Y a los placeres del amor vendida.

Y en pago a su delirio,
Cautiva de enemigos fue llevada
A do en negro martirio
Gimió desventurada,
En cepos y mazmorras maniatada.

Y vio sus ancianos
Que tarde alzaban con dolor al cielo
Quebrantadas las manos,
Postrados por el suelo
Con agudos clamores sin consuelo.

Y en sus males prolijos,
Presa también en manos de soldados
Miró sus tiernos hijos,
Por los pies amarrados
Y en las agudas piedras estrellados.

¡Ay de ti, delincuente
Ciudad, llena de estrago y de mentira!
¡Que con ímpetu ardiente
Caerá sobre tu frente
La justicia de Dios brotando en ira!

¡Ay Nínive! que luego
El eco sonará del rudo azote
Sin piedad a tu ruego,
Y el carro oirás de fuego
Y del fiero corcel, relincho y trote.

Espada reluciente
Y lanza te herirá de viva lumbre,
Y de sangre caliente
Salpicará tu frente
De tus muertos la inmensa muchedumbre.


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Poema ProfecÍa de nahun - Antonio García Gutierrez