En Gualbet amanece tarde
casi siempre
el pan de olor llega después
del silencio de sus barcos
En sudor de pescado
el hombre
ante la cantina
-tan poco para celebrar
en las copas solitarias-
encuentra dormida su puerta
El sinfín de olas se precipita
por el deseo de mujer
alborotadas gaviotas
entre los cadáveres del muelle
Bañado de sed insaciable
por los callejones hurga
mendrugos de amor
de vino
En las lágrimas del mercado
una muchacha ha perdido
el bolso
la vida
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