Mis palabras no expresan lo que quieren, sonido gutural son
solamente, se aproximan al vacío, se lanzan al precipicio,
aventureras, suicidas, desde la montaña se emiten hacia la
soledad del eco, desde la roca se arrojan al mar. Brotan
incesantes, impulsivas, se aproximan un poco a lo que siento. Son
sonidos, alturas que emite mi garganta inexacta. No puedo decir lo
que deseo. Las palabras ahogan o se ahogan, antiguamente
venían una por una hacia el papel, cuando sólo el lápiz y su trazo
era el sonido de mis noches. Hoy mi rostro se refleja, una pantalla
hace avanzar mis líneas lentamente, tecla a tecla, como signos
extraños que se buscan. Lo dije alguna vez pero lo dije con
palabras y estas palabras ocupan la pantalla que cuenta mis
palabras y las repite hasta que dejan de tener sentido y nada
expresan. Mis palabras no están presentes, son un señuelo al que
persiguen fatigados lebreles, mientras tanto mi sentir permanece
inexpresado y se consume dentro; mi estómago suena a palabras,
mi pecho late a pausas de palabras, mi corazón bombea palabras
al torrente sanguíneo y mis dientes rechinan otras palabras. Mi
garganta gime sin palabras pues mi dolor no tiene más palabras y
he de tragarme todas mis palabras.