Hermosísima sultana
De los jardines de Hiram,
Sonrisa de la mañana,
Por mirarte a la ventana
Diera su reino un sultán;
Sus jardines orientales,
Sus alfombras y pebetes,
Ruiseñores y turpiales,
Sus cachemiras y chales,
Sus Zegríes y Zenetes;
Diera sus galas y flores,
Sus esclavas y su harén,
Sus sueños embriagadores
Y la existencia de amores
Prometida en el Edén.
Mas, ¡ah!, maldice su oro,
Y su pompa, y su esplendor:
No puede el monarca moro
Pagar, con todo un tesoro,
Una sonrisa de amor.
Por eso lanza su gente
En algara a la frontera,
Por eso nubla su frente
Y va buscando impaciente
Una lanza que lo hiera.
Por eso el monarca moro
Quiere morir con honor,
Pues ha tornado a desdoro
Que no alcance su tesoro
Para pagarte su amor.