Señor, tú que hiciste el orbe,
Las rocas, los manantiales;
Tú que volviste al revés
Las sombras de la noche.
Haz que mi noche
Sea larga y jamás se ilumine,
Que nunca se hiele
El calor lechoso de su sombra.
Que no se disipe el alba,
El brillo de sus ojos,
El fulgor donde empieza
Un mundo que no hiciste,
Donde brilla roto en la niebla
Lo vacío, lo desnudo,
Lo que no dibujaste,
Un mundo tan antiguo
Como tu luz y mi sombra.