¡Oh figuras del atrio, más humildes
Cada día y lejanas:
Mendigos harapientos
Sobre marmòreas gradas;
Miserables ungidos
De eternidades santas,
Manos que surgen de los mantos viejos
Y de las rotas capas!
¿Pasò por vuestro lado
Una ilusiòn velada,
De la mañana luminosa y fría
En las horas más plácidas?…
Sobre la negra túnica, su mano
Era una rosa blanca…