Nuevos efetos de milagro extraño
Nacen de tu valor, y hermosura,
Unos atentos a mi grave daño,
Otros a un breve bien que poco dura:
De tu valor resulta un desengaño,
Que el suyo le deshace a la ventura,
Mas el semblante regalado y tierno
Promete gloria en medio deste infierno.
Esa beldad que adoro, y por quien vivo
¡Dulcísima señora! en mí es de suerte,
Que al más terrible mal, áspero, esquivo
En una gloria inmensa lo convierte.
Mas la severidad del rostro altivo,
Y ese rigor igual al de la muerte
Con sólo el pensamiento, y la memoria
Promete infierno en medio desta gloria.
Y este miedo que nace tan cobarde
De tu valor, y mi desconfianza
El fuego hiela, cuando en mí más arde,
Y las alas derriba a la esperanza:
Mas llega tu beldad haciendo alarde,
Destierra el miedo, pone confianza,
Alegra el alma, y con un gozo eterno
Promete gloria en medio deste infierno.
Bien pudiera, gallarda Ninfa mía,
Perder tu gravedad de su derecho,
Y el perpetuo rigor, que en ti se cría
Desamparar un rato el blanco pecho:
Que aunque tiene tu talle, y gallardía
Lleno de gloria el mundo, y satisfecho,
Ese rigor, y gravedad notoria,
Promete infierno en medio desta gloria.
Vuelvo los ojos do contemplo, y miro
El áspero rigor con que me tratas,
De temor tiemblo, y de dolor suspiro
Viendo la sinrazón con que me matas:
A veces ardo, a veces me retiro,
Mas todos mis intentos desbaratas,
Que sólo uno no sé qué del pecho interno
Promete gloria en medio deste infierno.
Negar que la apariencia del hidalgo
Pecho, que en mi favor siempre se muestra,
No me levanta a más de lo que valgo,
Y a nueva gloria el pensamiento adiestra,
Jamás podré, si de razón no salgo;
Más esme la fortuna tan siniestra,
Que pervertiendo el fin desta vitoria
Promete infierno en medio desta gloria.