I
“No sabemos decir cómo ni cuándo”, según el escozor de Saramago.
Entonces esgrimimos los teoremas, esgrimimos las argucias estratégicas,
El ego crispado para las batallas interiores;
Procuramos el milímetro extra para congraciarnos con quien administra tu salario.
Nos confunde el laberinto del cómo y el cuándo.
Entonces nos quejamos, sentimos que la paradoja de la mandíbula mastica vía contraria,
O que la felonía celestial hasta conspira para olvidarnos.
II
Entonces, tiene sentido el cómo y el cuándo, pero no lo aceptamos.
Respiramos paralizados por existencialismos y asumimos la fe;
Buscamos el epitafio del hueso esquirlado.
Nos involucramos con proyectos personales, pero no salimos a la calle para conversarlos;
Nos gusta el aposento, la buhardilla, el sótano, la misoginia;
Nos gusta idolatrarnos y aún así nos llaman poetas, con sordidez y predio vacío.