Hoja del árbol desprendida.
Cuerda solitaria
suelta de la guitarra del tiempo.
Mis raices enredadas en el vacío
tienen la curvatura de la distancia.
Viajo por los albores del día
como un tintineo campirano
con presunciones de catedral.
Libros, estantes, mesa y música
la silueta detrás del espejo
es una pupila abierta a la solitud
y plenitud interna.
¿Quién dijo que la soledad existe?
¿Quién dijo que debemos estar con gente
para no estar solos?
Aquí en mi pecho
un murmullo crece y crece
la garganta quiere cantar y cantar
unirse a la música del universo y
agradecer la belleza contenida en mis esferas.
Mis raíces penetran el sentimiento profundo
de tus días idos y de tus días por venir
junto a las aguas del río descansan mis recuerdos
y la curvatura de la distancia
se acorta en nuestras manos enlazadas.
Viajo por el arco-iris
Para llegar hasta el silencio mismo.