Sant Pere de Roda, 1983
Es un jardín donde reposan las gencianas.
De tanto abrirse al mar se extraviaron
Sus pupilas – sus manos acarician
El mismo musgo seco.
El golpe de una copa
Contra el muro – las almenas o el afilado
Encuentro de unos ojos, nos revelan
El imperio desnudo de la muerte.
Aquí el viento es padre de las piedras,
Y las sirenas reclaman a los barcos perdidos.