Salí,
salí y he perdido el rumbo
entre tantas caras;
Tienda su mano
y ayúdeme a cruzar,
a encontrar mi bosque,
mi hábitat.
Mi bosque,
cobijo eterno
de todas las estaciones,
no tiene escalones
para ascender a la gloria,
ni fachadas puras
ante los ojos del cielo.
En mi bosque
el amor y la ternura
se convocan
desde las gotas de rocío
reposadas en las hojas,
regalando bienvenidas
a cada nuevo día.
Mi bosque
inmortaliza la ley suprema
entre el ¿ qué he dado?
y ¿ qué he recibido?
antes de criticar o protestar,
con un análisis del papel jugado
por cada cual en su contexto.
En mi bosque
limpiamos la traición
con el fresco manantial
de nuestras ideas y anhelos,
sembramos flores
en las piedras del camino,
rendimos culto a la creación.