27 Diciembre 2004. La ira del tsunami acabó
Con la vida de más de 200.000 personas.
Ese dios manso y tendido
Dueño y señor de todos los azules
En su vasta humedad tan opulento.
Ese dios
Generador de vida y de riqueza,
Conversador de vientos y de lunas,
Espejo de los vuelos.
Ese dios
Responsable de mitos y leyendas,
Centauro de marinos,
Cómplice de poetas,
Amigo iluminado de pintores.
Ese dios
De horizonte infinito
Soñador y soñado murmurador de salmos.
Ese dios, bueno y terrible,
Desató su pasión de asesino
Y con dedos de espuma
Preparó el barro, el lodo, el légamo
Anegando la tierra y su hermosura.
Sin piedad cegó ojos, hinchó vientres,
Partió huesos, desdibujó facciones,
Y los muertos en retablos terribles exhibían
Su cárdena sorpresa.
Bajo su gema acuática de plomo
Este trozo de mundo fue una fosa común
Para el gran caos,
Un fantasmal arcano de vitrales.
Después.
El gran señor de todos los azules,
Quedó manso y tendido
En su vasta humedad tan opulento.