Los espantapájaros (17)

Casi una hora para el mediodía
El calor abochorna los campos
los pájaros no vuelan
no hay brisa que mueva los árboles
y tú estás ahí estoico en tu hierba caliente
rodeado por el canto de las cigarras
que en vano tratan de alegrar el polvo
con sus pequeñas regaderas
Estás ahí Yo abro la ventana
para aplaudir tu actuación
Lo haces muy bien No hay otro como tú
Con los brazos abiertos y el corazón expuesto
(a la intemperie
recibes los cuchillos del sol los martillazos del
(verano
que te sacan hasta el último suspiro
El mediodía ha de llegar a su máxima estatura
entonces enfilará sus espinas sobre tu cabeza
Tú seguirás callado hablando por medio del
silencio
Yo he de seguir en la ventana atento a tu
monólogo
Pasará el mediodía llegarán las horas terribles
(de la tarde
cuando casi llegues a incendiarte
En ese momento estaré tan metido en tu
impotencia
que ya no sabré si estoy en la ventana o en tu paja
Cuando el ocaso llegue habrá sangre sobre el
polvo
Instintivamente me tocaré la frente creyendo que
es
(la mía
Ya no soportaré mirar tu martirio
entonces te he de traer a casa te curaré las
heridas
refrescaré tu corazón y al día siguiente
cuando el sol despunte para continuar el sacrificio
tú estarás en la ventana y yo en tu lugar
Cada día compartiremos la experiencia
Una vez en el campo otra en la ventana
hasta que el invierno llegue
hasta que las cigarras dejen de llorar
hasta que el sol ya no hiera
hasta que ya no haya martillazos
ni sangre sobre el polvo
Hasta que sólo quede tu resurrección
hasta que enraizado en la tierra
comiences a echar cogollos flores frutos
Hasta que seas un árbol lleno de pájaros
y tus ramas lleguen a mi ventana a ofrecer nidos
donde puedan abrigarse mis Poemas

1992


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Poema Los espantapájaros (17) - Julio Iraheta Santos