Tempranamente nos lanzaba la noche sus grandes ojos de diosa había en esas calles otra luz que no conoce el día y nada ni nadie sabía de la muerte venías detrás de ti larga y enigmática presencia donde me reconozco otros canten la gloria de lo evidente y harán lo justo yo viviré siempre en esta piel estas manos, y este cuerpo bañado por otra luz otra presencia. Otra guerra hay que la del pan otra embriaguez que la del vino otra tierra hay en esta tierra: Eterna es nuestra primavera.