Si estuviera escribiendo para que me estudiara
la bella profesora del sur de California,
la Doctora que sigue a mi generación,
me diría que elaboro a veces mis Poemas
con ciertos elementos musicales,
que combino los versos y busco en este libro
textos muy diferentes que renueven mi lírica,
usando alejandrinos y procurando un ritmo
a veces resaltado en los acentos sueltos,
combinando hemistiquios con finales agudos
que en esdrújulos vuelcos reposan en los graves.
Que ritmos semejantes se encuentran en Machado,
en Darío, por supuesto, también en Díaz Mirón.
Puede sonar dulzón el verso alejandrino
pero cambia el carácter al combinar acentos.
Si acaso diseccionan tus entrañas, poema,
algún lejano día. Si acomodan tus versos,
en la paciente báscula del equilibrio crítico,
cuando midan tus sílabas y las encuentren propias
de un ritmo confuso que suma medidas distintas del verso,
combina unidades y acentos con rimas internas
y a veces propone rompimientos bruscos,
digámosles a todos que tan sólo queremos
cantar en nuestro idioma.